sábado, 9 de enero de 2010

BILL EVANS. EL POETA DE LAS 88 TECLAS

Hablar de Bill Evans es hablar de uno de los más grandes pianistas del siglo pasado. Con un estilo tan personal como imitado incorpora al Jazz elementos de la música impresionista europea y forma en 1958 junto a Paul Motian (d) y Scott la Faro (b) el que algunos consideran el mejor trio de Jazz de la historia. Este trío se rompe trágicamente tras el fallecimiento en accidente de tráfico de la Faro a la edad de 25 años. Miembro del sexteto de Miles Davis en el periodo entre los quintetos participa en la grabación de Kind of Blue. Incluso graba en overdubbing él mismo a dos y tres pianos.
Como se puede ver estamos hablando de un músico de una amplísima trayectoria. En esta entrada quiero hacer referencia a su faceta como músico solista, él mismo decía que éste era su formato favorito sentándose solo al piano y dejándose llevar.


Disco recomendado: Bill Evans Alone (Verve, 1968)

11 comentarios:

  1. Te recomiendo que leas, si no lo has hecho, la muy documentada biografía de Peter Pettinger:

    http://www.tomajazz.com/perfiles/evans_bill.htm

    Saludos

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  2. Uno de mis pianistas (incluso músicos) favoritos. La belleza de sus armonías no me permiten nunca desviar la atención cuando lo estoy escuchando. Absolutamente único.

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  3. Tengo varios asuntos pendientes. Dr, gracias por tu recomendación, buscaré el libro y lo que es más díficil, un hueco para leerlo; Iker, a mí Bill Evans me parece un músico hipnótico, a pesar de haber sido acusado de repetirse a sí mismo, creo que en su caso no moverse de su estilo es un acierto; Erico, te siguo aunque mi portugués es muy malo, obrigado; Abel, entré un día en tu blog y no me vuelve a conectar (me sale un error) seguiré intentándolo.

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  4. Evans es uno de los mas talentosos músicos en la historia del jazz. Te recomiendo un CD. del sello Blue Note, "Bill Evans in the Paris Concert", grabado el 26 de Noviembre de 1979. Acompañan a Evans,Marc Johnson en contrabajo y Joe LaBarbera en batería.

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  5. Bravo!
    Bravíssimo!
    Evans é o pianista do lirismo e das dores da alma!
    Disco prá levar para um ilha deserta: Sunday at Tha Village Vanguard, com Scott La Faro e Paul Motian!!!!
    Abraços!

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  6. Ahora mismo me pongo en busca de este disco. Maravilloso el video de I loves you Porgy. Me ha encantado encontrar este blog.

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  7. Salud, soy Santiago Tadeo Cervera, de la web Acid Jazz Hispano. Por favor, ¿te puedes poner en contacto conmigo en santiagotadeo@gmail.com?

    Muchas gracias.

    ciao ciao

    Acid Jazz Hispano

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  8. Bienvenido Dana, perdona te no te haya hecho los honores antes, pero ando algo liado. Vi tu mensaje en el chat, pero ya no estabas on line. Tengo que echar un vistazo a tus blogs, títulos como el sueño eterno ya llama la atención. Saludos.

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  9. APOTEOSIS DE BILL EVANS
    Roberto Echeto ®

    El 6 de julio de 1961 Scott La Faro estrelló su auto contra un árbol.

    Con Scott La Faro murió algo indescriptible. Paul Motian y Bill Evans, sus compañeros en el trío, erraron durante años buscando eso que se fue al más allá con el joven contrabajista. Eso que murió con La Faro fue la fuerza invisible que unió a ese grupo y que produjo una gigantesca ola de renovación musical que se extendió en el tiempo y en el espacio a todos los tríos de jazz y a todos los pianistas del mundo. Por eso no es de extrañar que los dos sobrevivientes cayeran en una oscura tristeza de la que sólo saldrían años después.

    ****

    Bill Evans está frente al piano; ni lo mira; se sienta en el banco; pone las manos largas como árboles sobre las teclas y el aire se llena con Alice in Wonderland. Bill no es el de antes. Ya no luce esa elegancia que se hacía una con la música. Ahí está: barbudo, abstraído e inclinado, como siempre, sobre su instrumento.

    Joe toca su batería. De vez en cuando mira a Bill y a Marc. Los mira porque les gusta mirarlos. Le parece un milagro estar sentado junto a ellos, tocando esa música tan delicada. Bill, en cambio, no abre los ojos. Lo más seguro es que esté a cientos de millas de aquí, jugando golf con su hermano Harry mientras sus manos ancianas tocan el piano. A Bill le encanta el golf. Todos sus compañeros músicos lo saben. Por eso cuando lo ven así, tan distante, se preguntan en tono de broma que en cuál hoyo estará.

    Qué raro es ver en semejantes fachas a este hombre que fue modelo de sobriedad al vestirse. A sus cuarenta y ocho años queda poco del dandi cuya delicadeza al piano parecía una extensión de su elegancia al vestirse. La verdad es que Bill se vestía bien, pero tuvo sus malos momentos, como los tenemos todos… Cuando murió La Faro, hay quien dice que vio a un zombi exacto a Bill Evans deambulando todo sucio por el Village. Así también lo vieron los ojos del anonimato varias veces: unas, poseído por las sustancias que consume, y otras, derrumbado por el suicidio de su primera esposa y la separación de la segunda.

    El golf… Sólo el golf y la música salvan. Su papá ofrecía cursos de golf para aprendices. Por eso los hermanitos Evans apreciaban tanto ese deporte. Cada semana iban una o dos veces al Gambler Ridge a jugar y a olvidarse de todo durante un par de horas. Así se hicieron adultos entre instrumentos musicales, música clásica y palos de golf.

    La mamá de Bill era rusa y, por haber estudiado piano en su juventud, tenía una respetable discoteca en la que, además de los discos, había una extraordinaria cantidad de partituras que el joven Bill leía con fruición todos los días, antes y después del golf, antes y después de la clase de teoría y solfeo, antes y después de las clases de piano. Si alguien pregunta por la fuente de la genialidad de este hombre, respóndanle que se encuentra en la lectura enjundiosa y placentera de cientos y cientos de partituras de cualquier cantidad de compositores clásicos y contemporáneos: de Bach a Rachmaninov, de Debussy a Stravinski, de Prokofiev a Duke Ellington, de Ravel a George Russell y sigan contando.

    Bill Evans fue un hombre melancólico y sensible. Más de una vez la pasó mal en el quinteto de Miles Davis por ser el único blanco. Como no basaba su música en el blues y como tenía una cultura musical más amplia que la de todos ellos juntos, los hombres de color no lo trataron bien. Créanlo o no, Cannonball Adderley y John Coltrane sembraron toda clase de cizaña para que el gigante se fuera del grupo.

    Y un día, sin dar demasiadas explicaciones, se fue.

    Le hicieron (y nos hicieron) un gran favor porque Bill Evans se convirtió en lo que estaba destinado a ser: un titán, un monstruo inalcanzable cuya luz se acentúa con el paso de los años.

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  10. Bienvenido Roberto. Acabo de leer tus comentarios y tan solo decirte que espero que tus visitas y comentarios a este blog se conviertan en una constante. Acabo de leerlos, y como me sucede cuando escucho esta música se intuyen más sensaciones que las que escribes. Magnífico escritor has expresado cosas que siento al escuchar música pero que soy incapaz de traducir a palabras, por eso pongo la música para que cada cual sienta lo que ésta le insinúa. Espero que vuelvas por aquí.

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  11. gracias roberto por tu comentario, no sabía esto del golf ...
    bill evans es un gigante, sí.

    saludos

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